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Zhaporizhya
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Zhaporizhya


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MensajeTema: Resumen   Resumen I_icon_minitimeMar Jul 22, 2008 1:34 pm

Caída de la monarquía.

Después de la renuncia de Primo de Rivera el 28 de enero de 1930, le
sucedieron al frente del gobierno el general Dámaso Berenguer (enero de
1930—febrero de 1931) y el almirante Juan Bautista Aznar (febrero—abril de
1931). Pero ninguno de ellos pudo resolver los problemas internos a los que
se agregaron los efectos de la crisis económica mundial, ni frenar los
disturbios ocasionados por los intereses opuestos de los diferentes grupos
sociales y fuerzas políticas.

Mientras tanto, la oposición republicana se había organizado mediante el
Pacto de San Sebastián
(agosto de 1930), al que se unieron los
separatistas catalanes y los socialistas moderados. En este acuerdo se llegó
al compromiso de que al establecerse la República se presentaría un Estatuto
de autonomía para Cataluña y se buscaría entablar relaciones con las
organizaciones obreras más importantes,
PSOE
y
CNT,
para atraer el apoyo obrero a
la causa republicana.

En las elecciones municipales celebradas el 12 de abril de 1931, los
partidos republicanos obtuvieron una gran mayoría; en las capitales de
provincia 67% del electorado (el sufragio era universal masculino) votó a
favor de la unión republicano—socialista y en contra de la monarquía. Ante
esos resultados, el rey Alfonso XIII decidió abdicar y partió para el
exilio. La República había triunfado a través de una vía pacífica y
demo­crática.


La
Segunda
República.
La
República fue proclamada el 14 de abril, tras lo cual se instaló un gobierno
provisional que convocó a elecciones para las Cortes Constituyentes. Dichos
comicios, celebrados el 28 de junio siguiente, dieron mayoría a la coalición
Republicana Socialista, ya representada en el gobierno provisional que
continuó en funciones. La nueva Constitución fue aprobada el 9 de diciembre
de 1931, fecha en que también fue nombrado Niceto Alcalá Zamora como
presidente de la República (jefe de Estado) y días después fue designado
Manuel Azaña en calidad de presidente de gobierno (jefe de gobierno).

Durante los primeros dos años de la Segunda República, el llamado Bienio
reformista (noviembre de 1931 a noviembre de 1933), el gobierno buscó la
transformación económica, social y política de España, a través de las
siguientes medidas:


a) La promulgación de una serie
de decretos tendientes a corregir los abusos que los propietarios agrícolas
solían realizar en las contrataciones, y la creación del Instituto de
Reforma Agraria destinado a expropiar, sin indemnización, las tierras de la
alta nobleza.


b) La separación de la Iglesia
y el Estado que incluía la disolución de las órdenes religiosas, entre ellas
la de los jesuitas cuyas propiedades serían confiscadas; a las demás órdenes
se les prohibía ejercer la industria, el comercio o la enseñanza, y los
sacerdotes quedaban sometidos al pago de impuestos como todos los
ciudadanos.


c) La reforma en la estructura
del ejército, compuesto hasta entonces por un número desproporcionado de
jefes y oficiales. La reforma implicaba la reducción de las regiones
militares de 16 a 8, y la abolición del Tribunal Supremo del Ejército y de
la Armada, cuyas atribuciones pasaron a los tribunales ordinarios. Asimismo
se anunció una revisión en la política de ascensos por méritos de campaña,
establecida durante la anterior dictadura.


d) La promulgación del Estatuto
de Autonomía de Cataluña, que facultaba a la región para constituir un
gobierno que llevaría el nombre de una antigua
instl­tución de
origen medieval, la Diputación
del General o Gen eralitat. El gobierno
catalán tendría competencias
legislativas y ejecutivas en hacienda, economía
enseñanza, cultura, sanidad,
transporte, comunicaciones y obras públicas. En manos del gobierno central
quedaban los asuntos exteriores, la defensa y el con­trol
de fronteras.


La
aplicación de las
reformas encontró serios obstáculos de parte de las fuerzas
conservadoras y del ejército,
incluso un fallido golpe de Estado encabezado por el
general José Sanjurjo. Los
grupos de derecha decidieron organizarse en contra de las medidas
gubernamentales y en marzo de 1933 formaron la
Confederación Española de
Derechas Autónomas

(CEDA), bajo el liderazgo de José María Gil Robles, en tanto que cobraban
fuerza los partidos de corte fascista, como
las Juntas de Ofensiva
Nacional—Sindicalista

(JONS) y la Falange Española
(FE), creada por José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador. Los
miembros de estas organizaciones constituyeron
grupos paramilitares
uniformados que, con camisas azules, actuaban en las
calles a imitación de los grupos
de asalto nazis (camisas pardas) o de los fascistas italiianos (camisas
negras).

De la misma manera que Mussolini encontraba en el antiguo Imperio Romano
un
modelo para su Estado fuerte, el
fascismo español representado por las
JONS
y la
Falange, poseía nacionalismo
exacerbado basado en una visión reduccionista de
la historia que tenía sus
raíces en la época de formación del Imperio Hispánico, durante el reinado de
los Reyes Católicos.


En particular, José Antonio
Primo de Rivera se oponía al marxismo por su internacionalismo,
incompatible con su idea de una patria española, o más bien castellana, y se
oponía también a la lucha de clases, a la que calificaba como
“dogma monstruoso”.
Criticaba el liberalismo por su carácter individualista y rechazaba el
sistema democrático; proponía la desaparición de los partidos políticos para
sustituirlos por las “unidades naturales, la familia, el municipio y la
corporación laboral”. Responsabilizaba al capitalismo de haber provocado una
injusta situación social en beneficio de los más ricos, pero también
desaprobaba al socialismo por haber dege­nerado, según él, en una corriente
de venganza basada en el odio. José Antonio Primo de Rivera proponía, por
último, el liderazgo natural de un jefe que estuviera al
mando de un Estado
fuerte. Estas ideas fundamentaron el nacionalsindicalismo versión española
del fascismo.


Los partidos de derecha
aprovecharon el descontento hacia las reformas del gobierno de Azaña
y
obtuvieron mayoría en las
elecciones generales de noviembre de 1933, en las que por primera vez
votaban las mujeres. El
CEDA obtuvo el mayor
número de escaños en las Cortes y el gobierno quedó en manos del Partido
Radical Republicano, liderado por Alejandro Lenoux. Comenzaba así el llamado
Bienio Negro de
la Segunda República (noviembre
de 1933 a diciembre de 1935), durante el cual el gobierno tampoco pudo
resolver los graves problemas del país y se limitó a inten­tar
regresar a la situación
existente antes de 1931. La política reformista del primer bienio fue
prácticamente desmantelada por una serie de decretos que constituyeron una
auténtica contrarreforma del conservadurismo que agudizó las tensiones
sociales y políticas
A principios de
octubre de 1934, los partidos de izquierda esperaban que el presidente de la
República, Alcalá Zamora, convocase elecciones, pero éste encargó a Lerroux
formar un nuevo gabinete; en éste se incluyeron tres miembros de la
CEDA
(uno de los cuales ocupó el
ministerio de Agricultura), de modo que la derecha lle­gaba al poder. Este
hecho, al que se agregaban el crecimiento del desempleo y la amenaza del
fascismo, aumentada a raíz de que la
FE

y las
JONS

se fusionaran en febrero de ese
año, dio origen a una insurrección obrera que estalló en Asturias en el mes
y
de octubre, al tiempo que en
Barcelona un movimiento separatista proclamaba el Estado Catalán ante el
temor de que fuera anulado el Estatuto creado durante el primer bienio
republicano. El gobierno logró dominar en poco tiempo ambos movimientos, que
con ayuda de tropas
trasladadas con urgencia desde Africa.


Después de la revolución de
octubre, el número de ministros de la
CEDA

se elevó e
a cinco, entre los cuales se
encontraba Gil Robles como ministro de Defensa, quien a su vez nombró jefe
del Estado Mayor al general Francisco Franco.


Pero el gobierno de Lerroux
tampoco pudo sostenerse; dañado por un escándalo de corrupción, perdió
credibilidad y fue destituido. El presidente de la República constituyó
entonces un gobierno de tendencia central, y en enero de 1936 se disolvían
las Cortes y s econvocaban nuevas elecciones para el 16 de febrero.

Al mismo tiempo, los grupos y partidos de izquierda (republicanos,
socialistas y comunistas) se integraron n un bloque denominado Frente
Popular
(como el formado en Francia). Esta organización polí­tica
obtuvo mayoría en las elecciones de febrero de 1936, dejando atrás a la
coalición de derechas
denominada Frente Nacional Antirrevolucionario. Manuel Azaña volvió a ocupar
la presidencia del
Sublevación en Barcelc

gobierno y entre sus acciones
destacaron: la amnistía para los presos de la Revolución de Octubre de 1934;
la continuidad de las reformas del primer bie­nio republicano; la aprobación
del Estatuto catalán; y el traslado de los generales Franco (a Canarias),
Goded (a Baleares) y Mola (a Pamplona), para evitar que orga­nizaran
alzamientos militares.


Pero el nuevo gobierno se
encontraba en una situación difícil, pues continuamente ocurrían incidentes
esestabilizadores relacionados con la crisis europea y mundial de los años
treinta. Las huelgas estallaron por todas partes mientras se multiplicaban
las tomas de tierra por parte de los
campesinos
y
la violencia urbana se
manifestaba en enfrentamientos callejeros. A todo lo anterior se agregaban
las acciones realizadas por los extremistas de izquierda en contra de los
sacerdotes católicn En esas circunstancias, las Cortes destituyeron a Alcalá
Zamora y se eligió a Manad Azaña como presidente de la República, y a
Santiago Casares Quiroga como jefe
dt
gobierno, quien trató de
administrar el país entre el temor a la subversión social de las izquierdas
y el miedo al golpe de Estado militar apoyado por las derechas que
habí
comenzado a gestarse.

Los planes para derribar la República, dirigidos por los militares, se
iniciaron en el momento mismo de conocerse los resultados de las elecciones
y fueron cobran. do fuerza hasta que, en el mes de julio, los ánimos se
exaltaron con el asesinato
del
líder derechista Calvo Sotelo,
realizado por unos socialistas como represalia por
el
homicidio de su compañero el
teniente Castillo, a manos de fuerzas de extrema derecha. Estos sucesos
desencadenaron el estallido de la Guerra Civil, la noche del 17 de julio de
1936.
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MensajeTema: Re: Resumen   Resumen I_icon_minitimeMar Jul 22, 2008 1:35 pm


La Guerra Civil:

Resumen FrancoLa Guerra Civil Española
fue
un acontecimiento bélico
nacional que, al participar
los
factores ideológicos, políticos
y económicos que convulsionaban el resto de Europa en los años treinta,
trascendió las fronteras de España y atrajo la intervención de paí­ses
extranjeros que aprovecharon el conflicto para convertir al país en un campo
de experimentación bélica, en los umbrales de la Segunda Guerra Mundial.

En el ámbito interno, las fuertes tensiones sociales derivadas del atraso
económico del país y de la desigual distribución de la riqueza habían
generado un clima de insatisfacción de parte del pueblo hacia sus
gobernantes quienes, además de haberse mostrado incapaces de avanzar en la
modernización del país y elevar el nivel de vida de sus habitantes, ni
siquiera habían podido alcanzar la estabilidad necesaria para avanzar sin
sobresaltos en la evolución de la vida política. Así, las profundas
diver­gencias políticas se sumaron al descontento social y crearon una
situación explosiva que desembocó en el estallido de una terrible guerra
civil que dividió y devastó España.

Orìgenes
y

desarrollo.

El conflicto se
inició el 17 de julio de 1936, con el alzamiento de una fracción del
ejército encabezada por los generales Mola y Franco, quienes se trasladaron
desde el Marruecos Español para ponerse al frente de las operaciones
militares, con el propósito de acabar con el gobierno republicano
constitucional,


dirigido en ese momento por la
coalición izquierdista del Frente Popular. El bando sublevado representaba a
las fuerzas de derecha y extrema derecha, es decir, a la España rural
católica tradicional de los grandes propietarios agrarios, así como al gran
capital conectado con numerosos intereses extranjeros. Mientras que los
pequeños propietarios campesinos reclutados en la Falange y los grupos
carlistas (los llamados “requetés”) constituían el apoyo popular de los
rebeldes. Los miembros de las clases medias favorecieron a uno u otro bando
en función de su ubicación geográfica.

A pesar de que los sublevados se autodenominaron “nacionales”, en referencia
a su propósito de unificar al país bajo un gobierno central que enalteciera
la patria castellana, recibieron —desde los primeros momentos y a lo largo
del conflicto— el auxilio de tropas italianas y alemanas, además de
suministros de armamento y muni­ciones. Por su parte, la ayuda soviética y
la oleada de simpatía que despertó la causa de la República en Europa y
América (en México particularmente) dieron paso a la formación de unidades
de voluntarios extranjeros de diversas nacionalidades, deno­minadas
brigadas internacionales,
integradas por soldados veteranos de la
Primera Guerra Mundial, obreros, estudiantes o intelectuales que se
trasladaron a España para luchar contra el fascismo.


Pero mientras la intervención
nazi—fascista en apoyo de los sublevados fue inme­diata, las fuerzas
republicanas que defendían al gobierno democrático de España no pudieron
contar con la ayuda de las potencias occidentales (Estados Unidos, Francia y
Gran Bretaña), que no parecían dispuestas a apoyar la República por temor al
establecimiento de un régimen comunista en España, decidieron adoptar una
política de “no intervención” y pidieron que ésta fuera secundada por las
demás naciones,
actitud que resultó en
beneficio de los rebeldes.

El alzamiento se propagó por diversas regiones y ocupó numerosas capitales
de provincia, pero no pudo tomar Madrid donde fue reprimido. Hacia los
últimos días del mes de julio, el país se había dividido en dos zonas
mutuamente enemigas, división que más o menos se acomodaba al resultado
electoral de los últimos
comicios.

Una vez que el gobierno de las diversas localidades quedó en manos de los
rebel­des, se formó en Burgos una Junta de Defensa Nacional, que
actuó como dirección política y en la que Francisco Franco —nombrado
Generalísimo del Ejército
después de la muerte del general Sanjurjo,
jefe de la conspiración— ocupó el mando con el cargo de jefe de gobierno del
Estado, es decir, como máxima autoridad política. En este proceso fue muy
importante la unificación de la Falange y las
JONS
en “una sola entidad política
de carácter nacional”, cuyo jefe supremo sería Franco. Este, para fortalecer
su liderazgo, se hizo denominar “caudillo”, versión castellana del apelativo
Duce

adoptado por Mussolini,
mientras los medios de propaganda comenzaban a difundir el lema “Una Patria,
un Estado, un Caudillo”, adaptación española de la frase hitleriana
“Fin Reich,
em
VoJk, em
Fuhrer”.
De esta manera, la
concentración de poderes era total y se configuraba un nuevo Estado de tipo
autoritario, similar a los de Alemania e Italia.

A diferencia de la unificación política lograda por Franco en el bando
rebelde, el gobierno republicano padecía divisiones internas yuna situación
de crisis evidenciada en los cambios de jefatura efectuados durante el
conflicto. Desde los primeros días del alzamiento y conforme se sucedían las
derrotas del ejército republicano, la autor
ridad central se
debilitó y no pudo contener los enfrentamientos entre anarquistas y
comunistas que generaron divisiones intensas y ocasionaron de la unidad
política e incluso militar en el ámbito republicano, con consecuencias
para la causa del gobierno constitucional.

En la primavera de 1937, los republicanos obtuvieron algunas victorias
y
los rebeldes decidieron centrar
sus principales operaciones en la zona norte. El 26 de abril, la Legión
Cóndor de la aviación alemana ocasionó una brutal agresión contra la
población de la ciudad vasca de Guernica, donde Hitler inauguró el
devastador armamento que preparaba para hacer estallar una nueva Guerra
Mundial. Para octubre, las tropas rebeldes habían logrado dominar la zona
norte con excepción de la porción noreste (Cataluña) y ocupaban una franja
de territorio que, por el oeste, se extendía hasta el extremo sur de la
Península Ibèrica, ademàs de Marrueco
español.

A finales de 1937, los
republicanos obtuvieron una gran victoria en Teruel, pero esta ciudad cayó
en poder de los rebeldes en febrero del siguiente año. Entre marzo y julio
de 1938, se llevó a cabo la operación Aragón—Mediterráneo, que constituyó un
avance de las tropas "nacionales”
hacia el mar y significó la partición del territorio republicano en dos
zonas desiguales. En los siguientes meses de 1938 se llevó a cabo la batalla
del Soldado,
Ebro, que resultó ser una
campaña de desgaste contra el ejército republicano, cuya derrota dejó
despejada la ruta para que los sublevados pudieran avanzar hacia Cataluña,
lo que significaba prácticamente el triunfo definitivo de las fuerzas
rebeldes.

Ante la inminente derrota, en noviembre de 1938, Juan Negrín (jefe de
gobierno desde mayo de 1937) buscó una paz negociada y emitió una propuesta
de con­diciones mínimas: garantía de independencia española, derecho del
pueblo a escoger su propio gobierno y renuncia a las represalias. Sin
embargo, estaba claro que era inútil cualquier intento de negociar con
Franco una paz con condiciones, pues el caudillo pretendía la aniquilación
total de la República.

El 28 de marzo, las tropas franquistas entraban en Madrid y tres días más
tarde caían las últimas plazas leales al gobierno republicano. La guerra se
dio por terminada el 1 de abril de 1939; la República se desmoronó y sus
representantes huyeron al extranjero, estableciendo un gobierno republicano
en el exilio. Pero el fin de la guerra civil no sig­nificó que España
recuperara la paz. Al establecerse en todo el país el gobierno de Franco,
dio comienzo una etapa de atroces represalias en contra de los vencidos;
sólo quedaron a salvo de la represión los que marcharon al exilio y de éstos
particularmente los que marcharon a América precedidos por los niños que
durante la guerra habían sido enviados a
México; los exiliados
que se dirigieron a Francia se salvaron sólo de forma momentánea hasta que
este país fue ocupado por los nazis.Consecuencias.

La principal consecuencia de la Guerra Civil Española fue la gran cantidad
de pérdidas humanas (casi un millón), no todas atribuibles a las acciones
propiamente bélicas y sí muchas de ellas relacionadas con la violenta
represión ejercida o consentida por ambos bandos, entre las que se pueden
incluir las muertes producidas por los bombardeos sobre las poblaciones
civiles.

En el aspecto político, el resultado fue el brusco cambio de un gobierno
emanado de las urnas electorales a otro surgido de las armas; es decir, el
final de la
democracia
para dar paso a una férrea dictadura que se prolongaría hasta la muerte de
Franco en 1975.
Las principales consecuencias en el plano económico fueron: pérdida de
reservas materiales y financieras, disminución de la población activa,
destrucción de infraestructura, disminución dc la
próducción y reducción en el nivel de
ingresos .La mayoría de la población española
padeció durante la contienda y por las siguientes dos décadas, los etectos
del racionamiento y la privaticiòn de
bienes de consumo. Ell Plan Marshall, que después
de la Segunda Guerra Mundial ayudó en la recuperación económica de otros
países europeos, no se hizo extensivo a España debido a que el régimen
franquista debía su triunfo a la ayuda nazi—fascista. La Guerra Civil
Española, con todas sus brutales implicaciones para la población y el
desarrollo político y económico del país, parecía constituir el preámbulo de
la nueva guerra total que amenazaba al mundo entero, un conflicto que
colocaba a las naciones occidentales en la disyuntiva entre el terror rojo y
la amenaza fascista, una guerra cuyo desarrollo y pavaoros desenlace
final, fundamentarían los cimientos de la etapa
històrica que hoy llamamos "mundo actual".


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MensajeTema: Re: Resumen   Resumen I_icon_minitimeMar Jul 22, 2008 1:36 pm

La Crisis de la Democracia
Por: Jean Paul Brenet y Michel Launay (1991)


En realidad, la democracia se vio trastornada por la Gran Guerra y después
de ésta ya fiO
pudo recuperar realmente su
verdadero lugar en el concierto de las naciones. El desarrollo de las
dictaduras nacionalistas precipitÓ su crisis, y la guerra de España es uno
de los ejemplos que quizá lo ilustren más trágicamente.

Sobre el gran “lienzo” del Guernica, Picasso quiso reflejar su particular
visión del horror de las guerras fratricidas al tiempo que el fra­caso de la
gran ilusión de la permanencia de la realidad democrática. ¿Por qué la
democracia iba a ser eterna? Muchas personas se preguntaban unayotravez sino
eran ya necesarios nuevos modelos políticos para este siglo de hierro. Ya,
en 1919, en su obra La decadencia de Occidente, Oswald Spengler
anunciaba la venida de los Césares y la desaparición de la democracia
parlamentaria, a medida que aumentasen las masas populares. En 1934,
Keyserling publica La revolución mundial y la Responsabilidad del Espíritu,
libro prologado por Paul Valéry, y en el que su autor sostiene la necesidad
de una intervención de lo irracional en las instituciones, afirmando que la
democracia ya había cumplido su papel y que el siglo xx es una época de
“domadores” (de masas). 1936-1939 son los años del fracaso de los frentes
populares y del triunfo de las dictaduras. En 1940, Lucien Rebatet publica
Decombres, donde tras un repaso al itinerario seguido por la
democracia camino del abismo, concluye, erróneamente, con su muerte
definitiva.



Cuadro Sinòptico Guerra Civil Española


Resumen Cuadro_civilespanola
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MensajeTema: Re: Resumen   Resumen I_icon_minitimeMar Jul 22, 2008 1:50 pm

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